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¿Por qué Boris sí y AMLO no?

¿Por qué Boris sí y AMLO no?

Por Alesandra Martin



Todo escándalo mediático se convierte en crisis de acuerdo al contexto e inclusive, la intensidad del mismo. El contexto sociocultural, la participación ciudadana, la percepción de los actores políticos y gubernamentales, y la historia política, son algunos de los elementos a considerar para el manejo de escándalos y crisis mediáticas.


Por ejemplo, no es lo mismo un escándalo mediático en el Reino Unido que en otros países de Latinoamérica como México, donde la atracción de la ciudadanía hacia la política es directamente proporcional a a la dimensión del espectáculo de filtraciones que además son provocadas y controladas por círculos de poder para consolidar la narrativa política de una forma de gobierno. Así pareciera que los daños, incluidos los colaterales, son perfectamente controlados para un fin que favorece al gobierno en turno.


Veamos primero el caso de México donde la nueva forma de hacer política y la nueva forma de comunicación política gubernamental está sustentada en una estrategia que tiene el pulso del imaginario colectivo y de las emociones sociales que son tan esenciales para planificar una estrategia, ya sea electoral o gubernamental, pero que pocas veces son implementados los estudios cualitativos.


Me atrevería a afirmar que dichos estudios habían sido olvidados por lo menos durante los últimos diez años por los gobiernos anteriores y que el gobierno actual sí utiliza para implementar estrategias con una narrativa política sustentada en el contexto y la percepción social.


Ejemplo de ello es la narrativa de López Obrador durante sus campañas presidenciales previas a la de su triunfo en 2018, la cual sigue vigente porque jamás se desviaron de la estrategia de comunicación política.


Para muchos podría parecer que la forma de gobernar es “de ocurrencias” y quizá esto en la mayoría de los casos de gobiernos en sus tres órdenes, es así: mucha impulsividad y poca planificación estratégica que deriva en la falta de eficiencia y eficacia.


Pero la forma de comunicar del actual gobierno de México jamás ha sido con base en “ocurrencias” y nula planificación estratégica. Todo lo contrario, como nunca en nuestro país una comunicación política gubernamental había estado tan sustentada en el estudio cualitativo del contexto sociocultural y de las emociones colectivas.

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