Meridiano Puebla
“Hacer buenas migas”

Por Jesús Ramos Martínez
Cada vez resulta para algunos un tanto difícil pensar ese momento en donde se come y se convive rodeado de gente querida.
Por mucho tiempo el acto de comer fue una cuestión que no solo estaba consagrado a la obtención de nutrientes necesarios para mantener al cuerpo.
Sino que el acto de comer se convirtió en un acto de compartir, compartir con el círculo próximo y cercano pero también compartir con grupos un tanto más alejados de esta familiaridad.
Muchas palabras, frases o ideas incluso son una representación, por decirlo así,de “formas arqueológicas” que dan prueba de ello.
Por ejemplo la palabra “compañero” del latín cumpanis que deriva de dos palabras cum “con” y panis “pan” que significaría más o menos, los que comparten el pan o también comer del mismo pan.
O frases como “haz buenas migas” que tienen un origen antiquísimo y se remonta primeramente a su origen español, pues los pastores en las regiones montañosas pasaban largas jornadas con sus rebaños, para sobrevivir llevaban pan que al ponerse duro lo mezclaban con agua y aceite o alguna grasa, le colocaban un poco de tocino y listo. Los pastores se encontraban y compartían este platillo que se denomina migas. “Hacer buenas migas” es una idea de compañerismo, un acto de concordia pues cada pastor aportaba algo y compartía ese espacio.
Aristóteles, por ejemplo, cuando nos habla acerca de la amistad, nos dice que esta solo se muestra “después de haber compartido muchas veces la sal” de esta manera demuestraprimero la importancia del tiempo y su prolongación en el acto de compartir ese momento, ¿qué? la comida. Un momento privado que se revela entre los comensales que comparten la comida y se vuelve un espacio íntimo.
Alimentos como la pizza surgen de momentos de compañerismo, donde consecuencia de momentos difíciles los vecinos se reunían para compartir un platillo, llevando cada familia lo que tuvieran y juntos preparar algo para compartir. Y ¡kawabonga! Así surge la pizza, y las tortugas ninjas no pueden ser pensadas sin pizza.
La comida crea los vínculos sociales y por ende vínculos personales. Es la comida el puerto de
entrada hacia proyectos incluso proezas, en el Hobbit la compañía de Thorin Escudo de Roble se forma partiendo de una cena organizada en la casa de Bilboo el Hobbit.
La comida también se vuelve la cereza del pastel, el punto que corona la finalidad de un proyecto. Hacemos cenas, desayunos, comidas o días de campo para afianzar nuestras relaciones sociales.
El comer se vuelve entonces en un acto a dos carriles,uno orgánico o alimenticio (netamente) y el otro vivencial.
Sin embargo para ciertos sectores de la sociedad y con la llegada de este siglo XXI, el comer se volvió un acto que por distintos motivos ha terminado por cambiar las formas en como lidiamos con esto.
El aumento de las jornadas laborales, los tiempos cada vez más largos para transportarse de un lado a otro, la implementación de actividades extras o simplemente estar ubicado en zonas alejadas, se pueden ver reflejados en el tema que hoy nos atañe. Pues cada vez es más común reducir el acto de comer a un asunto individualista que en muchos de los casos roza lo solitario.
Y esto repercute no solo en lo vivencial sino que incluso en su carácter alimenticio. Pues es común que sea por desidia o flojera, que se deje de lado no solo un buen sabor sino que se olvidael valor nutricional de lo que se está comiendo.
Ahora bien, el momento de la comida también crea espacios dentro del itinerario de lo social.Sin embargo al presentarse con tiempos reducidos, pensemos los momentos para comer en un trabajo, la escuela incluso el propio hogar. No permite que los individuos que puedan ser partícipes, realmente se entrelacen en este espacio social.
Y es que justo este acto y espacio es el que muestra o revela, quienes o quien pueden o puede estar o permanecer en un grupo social. El detalle es que al reducirse los tiempos y cambiar los modos, las reglas serán confusas y no claras para aquellos que pretendan sumarse o aquellas que intenten mantenerse dentro. Porque si bien todo se mueve con el tiempo, la comida es un acto que depende de este.
La magia de la comida no solo es la sazón o los ingredientes, sino que es la palabra, la conversación. Es de esta que surge el recuerdo, incluso los planes futuros. Afianza nuestros lazos, mientras compartimos la sal.
Tal vez es momento de tratar de entender nuestros actos y nuestro desenvolvimiento en nuestro tiempo, tratando de concientizar el cómo, el día a día puede ser interpretado fuera de los canones que nos dicta la costumbre, una costumbre que gira cada día más al ritmo de los tambores de la productividad económica, mermando el tiempo y los espacios que permiten nuestra sociabilidad y con ello de nuestra intimidad. Y que mejor si es compartiendo la sal.